En todas las bodas en las que he participado, los nervios y la emoción son dos elementos muy comunes y también esenciales; nervios y emoción no sólo en los novios, familiares, amigos… sino también en mí mismo, por la confianza que los novios han puesto en mi trabajo y la responsabilidad de responderles dando el 100%. Además, en este caso se daba la coincidencia de que conozco, o mejor dicho, Celia y Javi me conocen desde bien pequeño.
Los amigos de los hermanos son parte de tu vida; aquel día yo también tenía la emoción a flor de piel. La boda se celebró en el monasterio de Santa Ana en Jumilla. Un monasterio pequeño y a la vez hermoso para hacer fotografías, y que aquel día pudo acoger a todos los familiares y amigos que acompañaron a Celia y a Javi.
La música desde el coro acompañó toda la ceremonia, y sus sobrinos, con sus palabras y su inocencia nos emocionaron a todos.
Una de las frases que más repito a los novios es que no hay una boda igual que otra, sus fotos tampoco lo son y no lo pretendo, los detalles cuidados, los amigos y el ambiente de alegría que se crea, son los que hacen que una boda sea única.
Aquel sábado todos disfrutaron, nadie se dejó nada sin expresar, reír o bailar. Y mis cámaras y yo disfrutamos como niños. ¡Muchas gracias Celia y Javi por toda la confianza que depositasteis en mí y por hacerme sentir como uno más en vuestro gran día!
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